OPINIÓN

La lección del espejo

Juan Villoro EN REFORMA

4 MIN 00 SEG

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
Territorio del deslumbramiento, Japón fue descrito por el semiólogo Roland Barthes como El imperio de los signos. El viajero enfrenta ahí una marea de códigos que piden ser descifrados. La ultramodernidad sorprende tanto como la supervivencia de costumbres ancestrales. En el barrio de Shibuya, núcleo hiperactivo del Tokio comercial, los oficinistas cruzan la calle con la premura de quienes persiguen una meta imperiosa; mientras tanto, en el teatro Noh se cultiva una estética de la lentitud; en los templos shintoistas, los monjes trazan delicadas caligrafías que ya sólo pueden ser leídas por eruditos de barba fluvial y en los estacionamientos los autos son estacionados por máquinas. Para el recién llegado, el presente aparece como la zona experimental donde lo milenario asombra tanto como los atisbos del porvenir.