OPINIÓN

La ira noble

Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
¿Habría que esperar reclamos suaves? ¿Peticiones dulces, reclamos delicados? ¿Cordiales solicitudes para no ser violentadas, humilladas, asesinadas? Pedir buenas maneras para exigir lo elemental: el respeto, la dignidad, la vida misma. Suplicar trato humano, sin incordiar a nadie. No queremos molestar, pero... si no es mucha molestia, preferiríamos que no nos mataran. ¿Sería eso posible? Ojalá pudieran dejar de violarnos. ¿Sería posible que dejaran de tratarnos como cosas, como instrumentos de su placer, como desahogos de su frustración y de sus miedos? ¿Nos podrían, por favor, dejar caminar tranquilamente por la calle? Sería lindo pasar un día sin pensar en la intrusión de sus palabras, sus manoseos, su violencia. No queremos ofenderlos, no se lo tomen personal, pero francamente preferiríamos vivir. Quisiéramos decirles que no nos ilusiona la asfixia, la puñalada, el ahorcamiento, el degüello. Nos gustaría salir a la calle sin temor. Quisiéramos pasear con libertad. Tener la confianza de que podemos caminar por la ciudad. Se los pedimos amablemente: no nos usen, no nos hostiguen, no nos lastimen, no nos maten.