El ideólogo no es solamente ciego, es también insensible. No reconoce otra fuente de indignación más que la que es combustible de su propio programa. No todo sufrimiento lo conmueve. Si no es llama de su causa, el dolor de los otros es la experiencia más remota, la más ajena. Solo la rabia de los suyos le parece digna. La de los otros es un engaño.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.