No queremos ser como el tipo al que nadie quería invitar a sus fiestas de cumpleaños porque su diversión era agitar la coca y soltar la espuma a presión hacia las velitas del pastel justo cuando el cumpleañero les iba a soplar. No queremos ser aguafiestas, pero tampoco campanero a destiempo, esos que echan las campanas al vuelo de manera prematura cantando victorias que aún no se dan. Para solucionar un problema primero debemos estar enterados de que existe.