La hora de los ciudadanos
Enrique Krauze EN REFORMA
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En el exiguo y procaz vocabulario político del presidente no existe la palabra ciudadano. Su palabra preferida, se sabe, es "pueblo". Pueblo, como sinónimo de los colectivos humanos que -manipulados o no- han creído en él, lo aplauden, lo veneran y votan sus ocurrencias a mano alzada. Pueblo, como espejo de su abismal narcisismo. Pueblo, cuando y como a él se le antoje definirlo. Pueblo que deja de serlo si en Acapulco amenaza con protestar y así manchar la impecable investidura. Pueblo que limpia sus pecados (sus crímenes más horrendos) con solo mostrar (y no precisamente con abrazos) su apego y su apoyo. Pueblo que se convierte en no pueblo si se aparta un ápice del libreto que él, y solo él, el ungido, tiene derecho a imponer de aquí a la eternidad a este hogar nuestro que es México.
Historiador y ensayista. Director de la revista Letras Libres. Entre sus libros: Por una democracia sin adjetivos (1986), Biografía del poder (1987), La presidencia imperial (1997), Travesía liberal (2003) y De héroes y mitos (2010). Su obra más reciente es Redentores (2011) publicado en Estados Unidos, México y Brasil. Recibió la Orden de Alfonso el Sabio en España y el Premio Comillas de biografía por Siglo de Caudillos. Miembro de El Colegio Nacional.