OPINIÓN

La hija del poeta

Guadalupe Loaeza EN REFORMA

4 MIN 30 SEG

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El domingo pasado estuve frente a la puerta del cielo. La única que existe en San Juan, muy cerca de Antigua Guatemala. Esa extraña sensación tuve en la Casa Museo Luis de Lión, en cuya fachada, pintada de amarillo ocre, leí un pequeño texto que había escrito hace muchos años el poeta y escritor Luis de Lión. "Yo venía de un pueblo donde no había cine y sus mujeres eran catedrales. Mis ojos solo conocían los troncos de los árboles y nunca habían visto un muslo. Los senos no tenían nada de erotismo, eran frutas llenas de jugo para los labios de los niños. Los brazos y los abrazos eran cunas o nidos. Las cinturas no eran de avispa, eran redondas. Los vientres eran surcos para reproducir la vida, no almohadas. Y uno crecía, se casaba, tenía hijos y eso era todo".