El escritor uruguayo Mario Levrero se quejaba de que sus mudanzas siempre eran incompletas. Instalado en la nueva casa, descubría que le faltaba algo. Después de años en un sitio, se produce el descubrimiento opuesto: abres un armario y aparece algo que no sabías que tenías. No se trata de un collar de topacios o una raqueta para ganar en Wimbledon, sino de un cachivache cuya principal característica es estar incompleto. Hoy en la mañana abrí la alacena para tomar la bolsa de croquetas del gato y un objeto cayó al suelo con estrépito. Vi una flor de metal pintada de amarillo, llegada de otro mundo. Recordé la flor marchita con la que el viajero del tiempo de H. G. Wells vuelve al presente. En el suelo de la cocina, la flor reposaba como un recuerdo del futuro. Me vino a la memoria el cuento de Julio Cortázar, "Una flor amarilla", que comienza con la frase: "Parece una broma, pero somos inmortales".
Ha obtenido el Premio Herralde por su novela El testigo, el Internacional de Periodismo Vázquez Montalbán por su libro sobre futbol Dios es redondo y el Iberoamericano José Donoso por el conjunto de su obra. Ha sido profesor en la UNAM, Yale, Princeton y la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Entre sus libros para niños destaca El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica.