COLABORADOR INVITADO / Juan-Pablo Calderón Patiño EN REFORMA
El nombramiento del titular de la embajada de México en Washington, D.C. no es cualquier designación presidencial. En los hechos es casi un "ministro sin cartera" por la relevancia de la posición. La madurez y el realismo exigen que quien sea titular de la Cancillería mexicana sabe que sin demérito de su autoridad como jefe de la diplomacia mexicana, el embajador(a) en la capital estadounidense debe tener línea directa con el Presidente de la República. Esa realidad deviene de que la prioridad más vital de política exterior para México es la relación bilateral, país con el que comparte más de 3000 km de frontera terrestre además de mantener una de las mayores diásporas en el país más poderoso del mundo. La sincronización de la interdependencia comercial que rebasa a los dos países y conjunta a América del Norte, es otra de las razones de una relación fundamental en la embajada más importante para el Estado mexicano. La ola tecnológica y la cercanía geográfica no son impedimento para la necesaria presencia de embajadores en ambas capitales políticas.
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