La alianza opositora tiene no uno sino dos grandes rivales. El primero es la coalición oficialista, que tiene a su favor la fuerza del presidente, la preferencia mayoritaria por Morena, las campañas anticipadas de las "corcholatas", la vehemencia de la militancia obradorista, la erosión de múltiples contrapesos e instancias de monitoreo, la "maquinaria" del gobierno federal y de al menos veinte gobiernos estatales. El segundo rival de la alianza opositora son sus defectos y debilidades: el rechazo contra los partidos y la clase política tradicionales, el descrédito de los llamados "gobiernos de la transición", la ausencia de liderazgos novedosos y atractivos entre sus filas, el hecho de que su "músculo" se reduce apenas a ocho estados (probablemente siete tras su previsible derrota en el Estado de México), la minúscula estatura política de sus dirigentes, su desdibujamiento histórico y programático... En fin, si de veras aspira a disputarle el poder al obradorismo en 2024 (y no solo a seguir administrando los espacios que le quedan) la alianza opositora va a necesitar derrotar, primero que nada, sus propios vicios e inercias.
Carlos Bravo Regidor (Ciudad de México, 1977). Es internacionalista por El Colegio de México e historiador por la Universidad de Chicago. Actualmente se desempeña como analista político y consultor independiente.