Hay que volver a hablar de la Suprema Corte porque en su conformación se juega la sobrevivencia de los equilibrios. Esta semana se desenvolvió el último regalo que Arturo Zaldívar le entregó al presidente López Obrador. Como se ha comentado ampliamente, el ministro dio el portazo al máximo tribunal para treparse a la campaña de Claudia Sheinbaum sin siquiera esperar a que su renuncia hubiera sido aceptada por el Presidente y votada por el Senado. El escándalo no podría ser mayor: un juez constitucional en funciones despachando abiertamente como asesor de partido.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.