En el reflejo ante la crisis se juega el destino de los gobiernos. Más que la coherencia del plan o la disciplina para ejecutar lo programado, importa el modo en que se encara lo imprevisto. Importa, sobre todo, la reacción ante lo indeseado. ¿De qué modo responde el gobernante al contratiempo? ¿Qué oídos presta a la información desfavorable? En ese reflejo se decide la posibilidad de enmienda o la obstinación en el error. Ahí se define, a fin de cuentas, el trato del político con la realidad.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.