La pandemia nos ha inundado con profetas. Los vaticinios llegan de todos lados. Los adivinos, al parecer, desayunan con el futuro y nos cuentan con gran soltura cómo será el mundo dentro de unos años. Nos adelantan el perfil de la nueva escuela y el color de la política del futuro. Saben quién ganará las elecciones y cómo se transformará el cortejo. Anticipan con plena certeza los entretenimientos y los rituales del mañana. Con buen juicio, Mark Lilla, el polémico crítico liberal, ha levantado la voz contra esos tecnólogos, políticos o chateadores que nos propinan futurismo en un artículo reciente publicado en el New York Times. Tal vez habría que aprender a guardar silencio. Si todos saben cómo será el mundo después de la pandemia, hay que atreverse a ignorar. Cuando a mí me preguntan cómo serán las cosas cuando reabra el mundo, dice Lilla, yo respondo que no tengo la menor idea.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.