Ya estamos acostumbrados a que López Obrador estire la liga de los límites jurídicos conocidos. No obstante, lo que sucedió esta semana es mucho más delicado de lo que hemos visto antes. La captura política del Tribunal Electoral y de la Suprema Corte debilita los presupuestos fundacionales de una democracia constitucional. ¿Qué impacto tendrá ello en la contienda electoral y en la siguiente administración? No pinta muy bien.