La batalla mediática de la semana pasada alrededor de la libertad tarifaria de Telmex reveló el verdadero nivel de análisis y comprensión de nuestro sector de telecomunicaciones: es menor, desinformado y creyente de la emoción como forma de comunicación pública. Una caterva de opiniones saturada de datos falsos e hipótesis insostenibles se fundieron en una injusta imagen para aquellos que decidieron que la convicción sobre sus dichos debería suplir a la verdad. Querían confirmar su razón, evadiendo la documentada evolución y crecimiento de nuestro sector.