Más que una ideología, el lopezobradorismo es una identidad política. Articulada en torno a un personaje, aunque también asentada en un profundo sentimiento de injusticia. El liderazgo de López Obrador es la oferta que responde -y al hacerlo la encauza y le da forma- a una demanda social de reconocimiento, de reivindicación, contra la pobreza, la corrupción, la impunidad, la discriminación, la violencia, en fin, contra un abultado repertorio de agravios. No hay una correspondencia empírica, ni directa ni transparente, entre la lealtad al líder y la atención de esos agravios, pero sí hay una poderosa relación simbólica entre uno y otros. A partir de ella, el lopezobradorismo cobra vida y se constituye, insisto, como una identidad concreta, susceptible de ser interpelada y movilizada, de generar simpatías o rechazos.
Carlos Bravo Regidor (Ciudad de México, 1977). Estudió Relaciones Internacionales en El Colegio de México e Historia en la Universidad de Chicago. Es profesor-investigador asociado en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde además dirige el Programa de Periodismo.