Héctor Suárez y Héctor Ortega, dos gigantes del arte mexicano, cimentaron escuela para el arte dramático siempre con un profundo respeto a sus colegas y al público. Del cine al teatro, de lo clásico a la telenovela, sin ceder un gramo de lo suyo. Lo que ellos sedimentaron también tiene que ver con una sencilla congruencia entre su obra de tablas y su vida cotidiana. Escogían y creaban personajes; construían y recreaban situaciones; emplazaban a una sociedad conformista y exhibían a los gobiernos ladrones y déspotas. Mecánica nacional o Lagunilla mi barrio, con Suárez, El Águila Descalza o Calzonzin Inspector con Ortega, fueron en el cine de hace medio siglo apenas unas pinceladas pero cuya influencia traspasó la cinematografía y caló en la reflexión de una sociedad atada.
ROBERTO ZAMARRIPA DE LA PEÑA.- Periodista. Egresado de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Ha sido reportero y editor. Cronista. Especializado en temas políticos. Es autor del libro "Sonora 91, Historia de políticos y policías". Crónicas suyas están incluidas en la antología "El Fin de la nostalgia" y "Enviados Especiales".