Hijos del poder
Guadalupe Loaeza EN REFORMA
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¿Por qué buscan vengarse exponiendo mi teléfono? ¿Qué tengo yo que ver con todo esto?, se pregunta el mayor de los hijos de López Obrador, José Ramón López Beltrán, al descubrir que empezaba a recibir en su teléfono mensajes agresivos y amenazantes. Lo mismo sucedía con los teléfonos de Claudia Sheinbaum y de Xóchitl Gálvez. "Que cambien el teléfono. No pasa nada", les hubiera dicho el Presidente tal como lo sugirió a la corresponsal Natalie Kitroeff del muy importante diario The New York Times por haber puesto indebida y peligrosamente su número de teléfono en la pantalla durante la mañanera. Y con una actitud retadora todavía tuvo el descaro López Obrador de decirle a Jésica Zermeño, periodista de Univisión, ante su pregunta de si volvería a divulgar el teléfono privado de un periodista, con una expresión visiblemente descompuesta y con toda arrogancia: "Claro, claro, claro, cuando se trata de un asunto en donde está de por medio la dignidad del presidente de México". ¿Y la ley de protección de datos personales? "Por encima de esa ley está la autoridad moral, la autoridad política. Y yo represento a un país y represento a un pueblo que merece respeto".
Descubrió quién es gracias a la escritura y al periodismo. Ha publicado 43 libros. Se considera de izquierda aunque muchos la crean "niña bien". Cuando muera quiere que la vistan con un huipil y le pongan su medalla de la Legión de Honor; que la mitad de sus cenizas quede en el Sena y la otra mitad, en el cementerio de Jamiltepec, Oaxaca, donde descansan sus antepasados. Sus verdaderos afectos son su marido, sus hijos, sus nietos, sus amigos y sus lectores