Hermanas y rivales
Guadalupe Loaeza EN REFORMA
Nunca se perdonaron, durante años se odiaron, dejándose de hablar por más de tres décadas. ¿La causa? Ambas tenían una versión distinta y totalmente opuesta acerca de su desencuentro. La mayor afirmaba que siempre se había preocupado por su hermana menor quince meses de diferencia, y ésta, aseguraba que todo empezó de muy pequeñas. "Desde que estaba en la cuna, ya me detestaba". De niñas, se peleaban, se jalaban el pelo, se gritaban y constantemente luchaban por ser la preferida de su madre, cuya única ilusión era que sus hijas se convirtieran en actrices de cine, destino que ella jamás logró. Andando el tiempo, no pasaba un solo día en que cada una por su lado, siguiera, paso a paso, la vida de su hermana. De este modo y estando muy distantes una de la otra, se enteraban de sus éxitos profesionales, sus matrimonios, sus fracasos, divorcios, hijos y enfermedades. La primera en morir fue la menor, en su casa de Carmel, California, a los 96 años en 2013. La mayor murió en París donde radicaba, apenas el domingo pasado a los 104 años. ¿Qué se habrán dicho las hermanas cuando se encontraron en el más allá? ¿Se habrán reconciliado o, al contrario, al verse, cada una de ellas, se hizo la disimulada y siguió su camino?
Descubrió quién es gracias a la escritura y al periodismo. Ha publicado 43 libros. Se considera de izquierda aunque muchos la crean "niña bien". Cuando muera quiere que la vistan con un huipil y le pongan su medalla de la Legión de Honor; que la mitad de sus cenizas quede en el Sena y la otra mitad, en el cementerio de Jamiltepec, Oaxaca, donde descansan sus antepasados. Sus verdaderos afectos son su marido, sus hijos, sus nietos, sus amigos y sus lectores