Está contento y optimista, en general, el empresariado mexicano, ya que, lo dicen pública y privadamente, existe un muy buen diálogo con el actual Gobierno. Es decir, actualmente no sólo los oyen, sino que los escuchan. Hacen caso a sus propuestas y sugerencias. Cosa muy diferente a lo que acontecía en el anterior sexenio, en el que eran convocados a Palacio Nacional a escuchar monólogos largos y aburridos, de puro "yo, mí, me, conmigo" y ni su opinión les solicitaban. Al revés: los oían, pero no los escuchaban. Esto se notaba a leguas en las malas decisiones que se tomaron, sobre todo en el tema económico.