OPINIÓN

Hasta siempre Vampiro

El Rompehuesos EN REFORMA

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La carrera del Vampiro Canadiense siempre fue polémica, y el momento de anunciar su retiro no podía ser diferente.

Ian Hodgkinson llegó a México en 1991, aseguraba haber luchado en su natal Ontario, Canadá, pero sus bases eran escasas.

El "Patrón" Bonales lo adoptó como si fuera su hijo y lo ayudó a abrirse camino, debutó en febrero de aquel 1991, como rudo, con el rostro pintado y sus casi 2 metros de altura, realmente daba miedo.

A pesar de ser del bando de los villanos, las mujeres empezaron a suspirar por él, esta situación no pasó desapercibida por los jerarcas del CMLL, Antonio Peña y Paco Alonso le vieron potencial y se la jugaron.

Un año después, su idolatría era impactante, las nuevas generaciones no han visto nada parecido, ni L.A. Park, ni Místico, nadie ha alcanzado la idolatría del canadiense, aunque fugaz, me atrevo a decir que solo puede compararse con la que tuvo El Santo, eso sí, el Plateado la conservó por décadas.

Con buen físico, galán, casi como yo, una larga cabellera y carisma impresionante, el Vampiro empezó a conquistar a México. Su arsenal de llaves seguía siendo pobre, pero ya se lanzaba hacia afuera del ring y tenía varias patadas bastante respetables.

Los promotores se lo peleaban, había domingos que luchaba en la Arena México, en la Revolución, tomaba un avión a Monterrey y participaba en otras dos funciones.

Las mujeres lo aclamaban, los hombres, más o menos lo apoyaban, pero su personalidad terminaba por conquistar a todos y en cada arena el grito de Vampiro, Vampiro, Vampiro retumbaba de manera impactante.

A mediados de 1992 se jugó la cabellera con el Pirata Morgan, la Arena México presentó un lleno hasta las lámparas, más de 17 mil personas, y afuera, otras 5 mil veían la batalla por televisión en el estacionamiento del coso de la colonia Doctores. De ese tamaño era la convocatoria del Vampiro.

En 1992, hacer calendarios era un gran negocio, las artistas de moda los realizaban, y el canadiense no se quedó atrás, tuvo una gran producción, se hizo en Los Ángeles y en México vendió más de 400 mil ejemplares, ningún deportista alcanzaba esos números en nuestro País.

Pero el polémico Vampiro no le era fiel a nadie, ni a las luchas, probó suerte como cantante de rock, boxeador, artista, tuvo su película con el mejor presupuesto de entonces para un filme luchístico, empresario y muchas cosas más.

Los excesos, las drogas y las mujeres le empezaron a cobrar factura, su idolatría fue en descenso y dejó de ser el consentido, aunque la etiqueta de ídolo, jamás se la podrán quitar.

Vampiro se retira por sufrir de Alzheimer y Parkinson, y con esas enfermedades le dan licencia de luchador en Monterrey, pero se la niegan a un joven comentarista, ajá.

Polémico hasta el final, ojalá que Ian se retire de verdad de los encordados y se cuide, los que tuvimos la suerte de verlo, siempre lo recordaremos como el fenómeno más importante de los 90.

Y antes de despedirme, un recadito para los que narran las funciones de Triple A en vivo, bájenle al volumen, los que asisten a las arenas quieren escuchar golpes, gritos de luchadores y afición, no maten el ambiente, en Triplemanía Regia no se escuchaban más que a los conductores.