Pareciera que la extinción del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) es "crónica de una muerte anunciada" y por más que pienso cuál fue el agravio del IFT hacia el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, no encuentro uno solo, excepto su pecado de nacimiento: ser un Órgano Constitucional Autónomo (OCA). Si me preguntara la doctora Claudia Sheinbaum si extinguir o no el IFT, mi respuesta sería contundente: preservar el IFT, evaluarlo en sus méritos y no condenarlo a la guillotina por el simple hecho de ser un OCA.