Futureando
Eduardo Caccia EN REFORMA
4 MIN 00 SEG
En el lejano 1973 mi infancia estaba rodeada de tecnología que los jóvenes de hoy podrían calificar de paleolítica (como sus pares del futuro calificarán a la actual). Suponiendo que tengo lectores nacidos en este siglo, haré descripciones. Escuchaba música en una consola, un enorme mueble estilo credenza, que funcionaba cuando no se iba la energía eléctrica. En la televisión había, nada más, dos canales y la programación se daba solamente durante ciertas horas del día (sí, quiere decir que había horarios en los que prendías el aparato y no se veía nada). Mi afición futbolística se anidó escuchando narraciones de futbol en la radio del automóvil de mi papá, pues en donde vivíamos (Cuernavaca) no transmitían los partidos de aquel glorioso equipo azul, que en 1973 sumaría su segunda corona al hilo (y posteriormente un inolvidable tricampeonato). Mi tecnología favorita era una vara de bambú, muy larga, a la que el jardinero había acondicionado en un extremo un alambre a modo de gancho, inmejorable para bajar ciruelas de unos enormes árboles.
Nací arqueólogo sin saberlo. Una cueva remota y oscura confirmó mi vocación: lo mío sería desenterrar significados. Veo cosas y escribo y escarbo. Leo para darme cuenta lo poco que sé de todo. Fundador de Mindcode, ayudo a innovar y entender la conducta del consumidor. Hago preguntas para encontrar respuestas y después tengo más preguntas. Lo mío es caminar en la cueva, encontrar la luz y volver adentro. Al final espero un epitafio corto: Signifiqué.