Una cosa es defender la integridad física de las mujeres con rollo en boletines de prensa o tuits y otra muy diferente reducir el índice de la violencia de género en la calle. El mismo Papa Francisco, acabando un discurso en el que pedía respeto a las mujeres, a los pocos minutos le daba un zape (manazo) a una dama por jalonearlo: prometer no cuesta, lo que quiebra es cumplir.