El objetivo de la política económica es incrementar el bienestar de la población. La forma más común de hacerlo es promoviendo el crecimiento del PIB, la riqueza generada por cada país. Este indicador, sin embargo, tiene muchos problemas, desde técnicos -por no contabilizar toda la actividad económica, como el trabajo doméstico- hasta contabilizar cosas contrarias al bienestar, como cuántos recursos se usan para construir y mantener prisiones. Tampoco considera la distribución de esa riqueza entre la población.
Carlos Elizondo Mayer-Serra, politólogo (Oxford) e internacionalista (El Colegio de México), se ha dedicado a investigar la tensión que existe entre lograr gobernarnos democráticamente y crecer económicamente. Su más reciente libro, Los de adelante corren mucho: Desigualdad, privilegios y democracia, discute esta tensión para el caso del continente americano. Es profesor de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey.