La incompetencia y la arrogancia del gobierno federal no otorgan pase automático a las oposiciones. Que el gobierno de López Obrador se haya convertido en una amenaza abierta a la salud pública, que sus políticas le aseguren al país una crisis económica profunda y larga, que su discurso hostigue constantemente a sus críticos, que su práctica corroa el tejido institucional del pluralismo no regala títulos de representatividad a quien lo cuestiona. Toda alternativa debe probarse en el debate público y en el ejercicio de la responsabilidad. No basta con ponerse del lado opuesto al poder presidencial. La tarea de la crítica es compleja y lo es aún más la construcción de alternativas políticas. Hay que ofrecer razones, hay que cultivar confianza, hay que conducirse con apego a las reglas que se pretenden cuidar. La severidad con la que hemos de juzgar al Presidente debemos aplicarla también a quienes se ofrecen como alternativas a su proyecto.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.