Evocan rostros de Revueltas
Silvia Isabel Gámez
Cd. de México (21 noviembre 2014) .-00:00 hrs
Son muchos los José Revueltas que surgen de su obra y de su pensamiento, advirtió el poeta Jaime Labastida en el inicio del Homenaje Nacional al escritor duranguense.
Ayer, en el Aula Magna del Cenart, Labastida contó que, cuando lo conoció en 1959, no era el santo laico, el asceta en el que se convirtió con el paso del tiempo, sino un autor que vivía con holgura de la venta de sus guiones en un departamento rentado de las Lomas de Chapultepec.
En la mesa "Los días terrenales", el promotor cultural Gerardo Estrada recordó que, en 1968, el escritor tenía una perspectiva crítica sobre el movimiento estudiantil, incluso pesimista, que contrastaba con su fe en los jóvenes.
"Hoy que se pretenden justificar engaños y prevaricaciones, hay que volver a la lección de vida de Revueltas: no hay causa superior que justifique el silenciamiento cómplice", subrayó José Carreño Carlón, director del FCE.
Álvaro Ruiz Abreu, biógrafo del escritor, lo consideró un revolucionario sui géneris, un alma con sed de eternidad. Alguien que luchó para que México encontrara su verdadero camino: la purificación.
"Su anarquía, su pecado, radica en haber escrito bajo un tiempo siempre desgarrado".
En la segunda mesa, "La palabra sagrada", el escritor Eduardo Antonio Parra definió a Revueltas como un autor "terriblemente humano", el más religioso de los escritores ateos.
"En sus páginas está la miseria más desesperante, una violencia que repercute en las entrañas, escenas ofensivas para el buen gusto, suciedad, enfermedad, traición", describió.
El escritor Vicente Quirarte señaló que, de los tres autores de centenarios -Paz, Huerta y Revueltas-, éste es el más incómodo: para el Estado, que no sabe en qué lugar poner a su permanente detractor, para los puristas del idioma y para un Partido Comunista de cuyo dogmatismo se apartó.
Inaugurado por el presidente del Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa, en el homenaje participaron también el poeta Eduardo Lizalde, la periodista Carmen Galindo y los investigadores Evodio Escalante y Edith Negrín.