El proceso contra Genaro García Luna fue la noticia más importante en México durante varias semanas; en Estados Unidos, pasó casi desapercibido. La del juicio fue una trama, de principio a fin, exclusivamente mexicana. Se habló de drogas, de corrupción, de negligencia, de complicidades, pero nunca de lo que tiene que ocurrir en el territorio y bajo la jurisdicción estadounidenses para que el narcotráfico desde México sea posible. Dio la impresión de que, de aquel lado de la frontera, los cárteles y sus cómplices mexicanos operan en una suerte de terreno baldío: meten drogas, las transportan, las resguardan, las distribuyen, las venden y "lavan" miles de millones de dólares sin que haya un solo ciudadano, un solo grupo ni una sola autoridad estadounidenses involucrados. No me detengo en las idiosincrasias y complejidades del sistema de justicia de nuestro vecino, lo que me importa subrayar es la imagen que terminó proyectando el juicio: el narcotráfico en Estados Unidos, como fenómeno criminal, es un fenómeno mexicano. Como si no pudiera haber tal cosa como un "narco" gringo.
Carlos Bravo Regidor (Ciudad de México, 1977). Es internacionalista por El Colegio de México e historiador por la Universidad de Chicago. Actualmente se desempeña como analista político y consultor independiente.