Esculpe Ortega con aire de carnaval
Alberto Armendáriz/ Corresponsal
Río de Janeiro, Brasil (15 abril 2015) .-00:00 hrs
El Salón Monumental del Museo de Arte Moderno (MAM) de Río de Janeiro parece estos días una cantera con enormes bloques de unicel, con los que el artista mexicano Damián Ortega prepara su primera e insólita exposición individual en la Cidade Maravilhosa, El fin de la materia, que se abrirá al público este jueves.
Junto con cinco artesanos que normalmente trabajan para los extravagantes desfiles de Carnaval de las escuelas de samba locales, Ortega creará copias en poliestireno de una gran variedad de famosas esculturas de Auguste Rodin, Pablo Picasso, Louise Bourgeois, Henry Moore, Alberto Giacometti y Jeff Koons, así como del brasileño Ernesto Neto y del mexicano Gabriel Orozco.
"Es una suerte de reflexión sobre el capital, la mina de unicel, que es la fuente que se va agotando; hay una acumulación de productos, que son vistos como valiosos, pero luego se convierten en basura y se trata de un material muy tóxico.
"Elegí estas esculturas emblemáticas para hacer una revisión de la historia del arte; hay piezas olmecas, aztecas, hindúes, budistas, tótems canadienses, además de esculturas más modernas y contemporáneas.
Es una interpretación bastante caprichosa y quiero cambiarle los nombres de los autores, a versiones más brasileñas como Henry Mourinho", explicó a REFORMA el artista durante una entrevista en un descanso en medio del trabajo.
Para la inauguración, Ortega quiere tener ya listas unas siete "esculturas" (el unicel es cubierto luego por yeso blanco), pero el resto las irá creando junto con sus colaboradores a la vista del público, en el taller instalado a un lado del salón.
"Tengo una lista de imágenes para copiar las esculturas, pero no sé cuántas nos dará tiempo de hacer hasta que cierre la exposición (el 14 de junio); imagino que serán más de 30.
"Quiero que la gente vea todo el proceso, cómo de una imagen proyectada sobre los cubos de unicel vamos extrayendo las figuras, algo positivo, pero también va quedando mucha basura, lo negativo. Eso se usará para servicios educativos, para que los niños puedan jugar y hacer sus propias esculturas", señaló.
Para Ortega, exponer en Río de Janeiro es una experiencia alegre que lo retrotrae a sus días de mochilero, cuando en la década de los 80 viajó con unos amigos por América del Sur y conoció esta ciudad.
Tanto le gustó que, en 2002, con la venta de una de sus piezas más celebradas, Cosa cósmica, volvió a Río a instalarse por un año, con su esposa fotógrafa, Isadora. Ahora ella también lo acompañó, junto con sus dos hijas.
Y las raíces de esta original muestra nacieron en ese entonces. Un día, vio abandonada en medio de las vías del tren una gran cabeza de buey que había sido utilizada en una de las carrozas de las escuelas de samba para sus desfiles de Carnaval, en el Sambódromo.
"Me pareció una imagen espléndida, onírica, surrealista. Quise rescatarla y hacer algo con ella, pero en ese momento no tenía mucho dinero y la logística falló. Pero me quedé con la idea en la cabeza.
"A eso se le sumó que, por la gran distancia que hay entre México y Brasil, es muy difícil traer obras, entonces empecé a pensar en cómo materializar piezas aquí mismo, sin necesidad del transporte. Y después de una visita a la Cidade do Samba, me quedé fascinado con el trabajo que hacen allí los artistas que preparan los desfiles de Carnaval en el Sambódromo", indicó Ortega, quien quiso traer un poco de ese mundo al MAM.
Una vez que cierre la muestra, espera conservar las copias para alguna otra exposición.
"Es muy ligera y fácil de transportar. Pero hay que analizar los temas de autor, porque son obras piratas, como yo las llamo, genéricas como los productos médicos, que copian ciertos elementos para transformarlos en otra cosa", advirtió.
Sin espacios en México
La agenda de Damián Ortega está ya repleta de compromisos internacionales en los próximos meses.
El próximo 23 de abril inaugura una pieza como parte de una exposición colectiva en el parque High Line de Nueva York; en junio, tendrá una gran retrospectiva en el Hangar Bicocca, en Milán, y luego participará de muestras en Madrid y Brujas.
Sin embargo, en la Ciudad de México, donde vive y está representado por la galería Kurimanzutto, no tiene nada programado pronto.
"Como siempre; es increíble. Nunca ningún museo del Distrito Federal me ha invitado. Incluso pedimos llevar la exposición del Bicocca pero ha sido imposible.
"Es muy extraño porque hay grandes exposiciones internacionales pero no hay espacios para artistas mexicanos contemporáneos o al menos para mí. Me parece absurdo y me enfurece, porque me gustaría mucho poder mostrar mis obras en casa. Ya llevo muchos años de trabajo reconocido afuera y no hay instituciones mexicanas interesadas", se lamentó el artista, quien vivió durante un largo periodo en Berlín.