Si usted lee a cualquier especialista en contención del crimen a nivel internacional, se va a encontrar con una coincidencia generalizada: se puede reducir el crimen, pero lo mejor siempre es prevenirlo. En términos de políticas públicas, esto significa invertir en planes sociales (para evitar la marginalidad), educativos (inclusión escolar), deportivos y un sinfín de programas (que incluyen desde derechos humanos hasta agua corriente) orientados a evitar que los chicos/as (sobre todo, de comunidades vulnerables) escojan la ilegalidad como forma de vida.