Los dolorosos acontecimientos de Torreón constituyen un recordatorio de las posibilidades que nuestras comunidades deben generar para dar paso a entornos seguros y libres de violencia en contextos educativos desde primaria hasta la universidad. Los hechos llaman la atención en tanto nos mueven a hacer comparaciones con otras sociedades, entre ellas la estadounidense, afectadas también por la repetición de episodios similares. Sin embargo, la violencia desafortunadamente forma parte de las condiciones cotidianas de quienes vivimos en México y parece gozar de legitimidad en algunos sectores. Frente a los crímenes, abusos y excesos cometidos hoy y en diversos momentos de nuestra historia suele aplicarse una racionalidad que tiende a legitimar el empleo de la violencia en sus múltiples manifestaciones, públicas y privadas.