OPINIÓN

Escenografías

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN REFORMA

3 MIN 30 SEG

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Don Chinguetas estaba yogando en el mismísimo lecho conyugal con mujer que no era su legítima esposa, sino una pecatriz que vaya usted a saber de dónde la sacó. Al ver a su marido en ese ilícito consorcio, la señora prorrumpió en denuestos: "¡Bribón! ¡Canalla! ¡Desvergonzado! ¡Infame!". "Ay, Macalota -dijo don Chinguetas en tono de reproche-. Tú te has propuesto amargarme el rato"... Lord Highrump, famoso explorador británico, hubo de ceder a las instancias de su esposa y su hija, que le pidieron las llevara en su expedición a Borneo. La muchacha era fea de solemnidad, lo que sea de cada quien, pero eso no obstó para que un gorila saliera de pronto de la jungla, la tomara en sus membrudos brazos y se perdiera luego con ella en la espesura. "Holy me! -exclamó la señora, consternada-. ¡Espero que las intenciones de ese animal sean buenas!". (Al parecer lo eran. Después se supo que la nena estaba feliz con el gorila. Cuando salía por la mañana a barrer el frente de la cueva se le veía siempre una amplia sonrisa de satisfacción)... Recuerdo con afecto al señor Acosta, tramoyista. En realidad era carpintero, pero de joven tuvo aficiones teatrales que nunca abandonó del todo. Lo llamábamos el Turiquiche porque en una ocasión encarnó a ese personaje de zarzuela. El señor Acosta era el encargado de montar las escenografías en las obras que representaban los grupos de aficionados de mi ciudad, Saltillo. Siempre ponía nerviosos a los directores por su costumbre de llegar al teatro cuando faltaba ya menos de una hora para que diera principio la función. "No hay problema -decía cachazudo-. En un periquete estará puesto el decorado". Y al decir eso emitía una serie de silbidos acompañados por ademanes que indicaban facilidad y prisa. En efecto, con la sola ayuda de un muchacho, el Turiquiche convertía prontamente un confuso hacinamiento de tablas y telones en la elegante sala de una casa, en la capilla de un claustro conventual o en la hostería del Laurel, del Tenorio de Zorrilla. Pues bien: la llamada 4T es igualmente escenográfica. El aeropuerto de Santa Lucía, por ejemplo, ya inaugurado, pero sin funcionar, es pura escenografía, lo mismo que fue la rifa del avión presidencial y ahora los millones de vacunas que han llegado y que todavía no llegan a ninguna parte, o los caminos rurales de Oaxaca, que se acaban cuando todavía no están terminados. De tramoya son también las conferencias mañaneras de AMLO, con preguntas a modo hechas por "periodistas" que son en verdad patiños a sueldo, comparsas, para usar un término de teatro. Los "otros datos" que con frecuencia esgrime López Obrador son de igual manera ficciones que en nada corresponden a la realidad. Las escenografías en que se finca el régimen no podrán sostenerse mucho tiempo. La mentira las monta; tarde o temprano las desmontará la verdad. Ya lo veremos... Aquel joven esposo aguardaba ansiosamente en la sala de espera del hospital a que su esposa diera a luz. Asomó de pronto una enfermera, le dijo: "Tres" y en seguida desapareció. "¡Dios mío! -clamó el muchacho con angustia-. ¡Haz que sean kilos!"... El padre Arsilio le pidió al curita recién llegado a su parroquia que dijera el sermón dominical. Comenzó el joven presbítero: "El Cielo, hermanos, es un lugar donde los bienaventurados contemplan eternamente a Dios. El infierno, en cambio, es un lugar donde los condenados se entregan a toda suerte de iniquidades: beben, bailan, tienen orgías con mujeres lujuriosas, lascivas, voluptuosas...". El padre Arsilio interrumpió al novel predicador. "Cambia de tema, hijo -le ordenó nerviosamente-. Hasta a mí me están dando ganas de irme al infierno"... FIN.