OPINIÓN

El diseño original de la plataforma ya había contribuido a fijar los términos del debate en nuestro tiempo

Escape de X

Jorge Volpi EN REFORMA

3 MIN 30 SEG

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Un meme antisemita. Una nueva y enrevesada teoría de la conspiración. Un chiste transfóbico. Un hilo sesgado y mendaz contra Kamala Harris. Una noticia falsa tras otra. Y, a continuación, una andanada de muestras de apoyo a Donald Trump. Nada que antes no fuera bastante habitual en Twitter, pero hoy basta abrir X para verse sometido a las inagotables baladronadas de su dueño. Desde que, en una operación tan desaseada como cínica, el hombre más rico del mundo se apoderó de la plataforma, todo lo que ya estaba mal en ella no ha hecho sino empeorar. De aparentar ser una arena pública abierta a todas las voces -aunque en realidad nunca lo fuera-, se ha convertido en una peligrosa caja de resonancia para la propaganda populista, ultraderechista, tecnofascista y transfóbica de un solo hombre: Elon Musk mismo.