OPINIÓN

Entregarse a la tonada

ANDAR Y VER / Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA

3 MIN 30 SEG

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Hace más de veinte años el ensayista francés Pascal Bruckner publicó un panfleto contra la felicidad. La euforia perpetua, se titulaba. Su argumento era que el ser felices se ha convertido en la manía de nuestro tiempo. Una fuente de ansiedad, no un aliento de plenitud. Lo que un día fue un derecho que nos apartaba de la ruta del sacrificio, se ha vuelto obligación, nuestra angustia constante. Preguntaba Bruckner: "¿Cómo unas palabras que en el Siglo de las Luces hablaban de emancipación -el derecho a la felicidad- han podido transformarse en dogma, en catecismo colectivo?" El secreto de una buena vida, concluía, es burlarnos de la felicidad. No buscarla nunca, pero darle la bienvenida, si es que aparece brevemente mientras hacemos otra cosa. "A la felicidad propiamente dicha podemos preferir el placer, ese breve éxtasis robado al curso de las cosas; la alegría, esa leve embriaguez que acompaña a la plenitud de la vida; y sobre todo el júbilo, que implica sorpresa y elevación."