Enseñando el cobre...
Guadalupe Loaeza EN REFORMA
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Delgado, huesudo, agresivo, pero, sobre todo, acusador. Así era el dedo enhiesto de Claudia Sheinbaum, en la cara del gobernador de Sonora y ahora presidente del Consejo General de Morena. "Me recibieron con gritos, entonces ya me cansé. Ya me cansé. Que nada más no griten. Yo llegué y me reciben con gritos... y cuando llego me respetan", decía con una expresión muy dura en el rostro. Su molestia era más que evidente. He allí la verdadera Claudia, la de la piel muy delgadita, la que no aguanta la mínima confrontación y menos la crítica. ¿A quién se parece? A su jefe, cuyo dedo elector la señalará como la buena. No es una cuestión de género, es un asunto que debe preocuparnos, porque no hay duda que Claudia ya enseñó el cobre... Todo parece indicar que tiene un carácter muy disparejo, ya lo habíamos notado, incluso escrito, en este mismo espacio, pero el video que se hizo viral, donde la ex jefa de Gobierno le reclama a Durazo, por lo gritos con que la recibieron, nos lo confirma. Esos exabruptos de Sheinbaum, y esa falta de control, han de haber asustado a su novio, Jesús María Tarriba, que por cierto ya no ha aparecido, ni se ha pronunciado respecto a la boda.
Descubrió quién es gracias a la escritura y al periodismo. Ha publicado 43 libros. Se considera de izquierda aunque muchos la crean "niña bien". Cuando muera quiere que la vistan con un huipil y le pongan su medalla de la Legión de Honor; que la mitad de sus cenizas quede en el Sena y la otra mitad, en el cementerio de Jamiltepec, Oaxaca, donde descansan sus antepasados. Sus verdaderos afectos son su marido, sus hijos, sus nietos, sus amigos y sus lectores