Tenía 10 años y mi padre había decidido mandarme a una escuela militar en los Estados Unidos. Me daba la oportunidad de aprender otro idioma y tener una experiencia de vida. La realidad es que a esa edad lo que yo sentía es que me alejaban de todo lo que me hacía feliz. Mi familia, mi escuela, mis amigos. De pronto me encontraba solo, no entendía lo que me hablaban y por si fuera poco, me enfrentaba a una disciplina militar de la que no sabía nada.