A mi también me encantaría regresar el tiempo y volver a esas épocas donde ni siquiera se concebía la posibilidad de colocar publicidad en los uniformes. Viajar a aquellas noches donde lo único que sobresalía en el orgulloso pecho de los futbolistas era el gigantesco escudo del equipo y aquellos días donde el calor y la humedad consumían los cuerpos de quienes jugaban con pesadas terlencas sin tecnología alguna para la transpiración.