Siendo por demás triste y lamentable la muerte por ahogamiento de SIETE cadetes del Ejército en Ensenada por imprudencia de los mandos castrenses, que los mandaron al mar embravecido con todo y su equipo puesto, algunos sin saber nadar, sirve la tragedia para indicarle al Supremo Politburó de esta atribulada nación en manos de quién están colocando la operación del País.