OPINIÓN

En honor al Rey Arturo

El Rompehuesos EN REFORMA

MIN SEG

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
El pasado martes 21 de agosto se nos adelantó en el viaje uno de los luchadores más emblemáticos de la lucha libre mexicana, Arturo Díaz Mendoza, El Villano III, víctima de un infarto cerebral.

La primera vez que lo vi luchar, daba miedo, fue en una pequeña Arena de Ecatepec a mediados de los 70, y al lado de sus hermanos, Los Villanos I y II, era un verdadero torbellino sobre el ring, eran unos rudos desalmados que imponían temor a rivales y afición.

Su calidad lo llevó a trascender en las más grandes arenas de México, fue parte fundamental del movimiento independiente, e hizo del Toreo de Cuatro Caminos la casa de sus grandes logros.

Ahí ganó la máscara de Rambo ante un lleno impresionante; ahí desenmascaró, en una sangrienta batalla, a Pegassus Kid, quien resultó ser Chris Benoit, gran estrella de la WWF.

En el mismo coso de Naucalpan ganó cabelleras de enorme valor, como la del Perro Aguayo, El Signo, Babe Face, Rambo y muchas más.

Pero también en La Arena México escribió grandes páginas, ahí se convirtió en un gran ídolo, pese a ser rudo, luego de ganar las cabelleras del Signo y de Máscara Año 2000; y ahí vivió probablemente la noche más triste de su carrera profesional.

El 17 de marzo del año 2000 Villano III llegó a la cita más importante de su carrera, con 48 años de edad y 30 como gladiador profesional enfrentaba a la máxima figura del CMLL en su propia casa, Atlantis.

La batalla fue épica, de poder a poder, Pro Wrestling la consideró la mejor lucha del 2000 a nivel mundial, la experiencia y calidad del líder de La Casa Imperial ante la enjundia y capacidad de Hijo de la Atlántida.

La Arena México lució uno de los llenos más impresionantes de su historia, no cabía un alfiler, el público estaba dividido, y es que a pesar de que El Villano III no era de casa gran parte de la afición se le entregó, incluso, por momentos los abucheos para Atlantis eran impresionantes.

La lucha fue a una caída, fueron 21 minutos de una batalla impresionante, la sangre brotó de los rostros de ambos contendientes desde temprano, fueron castigos durísimos, lances, y una cátedra de llaveo por parte de los dos.

Ambos tuvieron oportunidad de ganar, pero la cansada y lastimada espalda de La Pantera Rosa no aguantó la segunda Atlántida y sucumbió.

La gente no lo podía creer, una de las máscaras más valiosas de la historia caía, había lágrimas y dolor en gran parte de los asistentes, que sin embargo seguían apoyando al V3.

Pero lo que sucedió después nos retrata de manera total la calidad humana y el deportista que era Arturo Díaz Mendoza.

Mientras Atlantis celebraba parado sobre una esquina, alguien llega para cargarlo en hombros, el Ídolo de los Niños voltea para ver quién es y su cara se transforma, el propio Villano III, su rival, con quien se medio mató a golpes unos minutos antes era quien lo levantaba para festejar y quien le pedía al público que aplaudiera al vencedor.

Esa noche perdió el Villano III, pero la lucha libre ganó un rey, El Rey Arturo.

El Villano III es uno de los mejores gladiadores de la historia de la lucha libre, pero Arturo Díaz era mucho mejor persona.

Descansa en Paz Rey Arturo, de verdad, te vamos a extrañar.