Hace algunos años, una costumbre irregular (para variar) se instaló entre los capitalinos: emplacar el vehículo en otro Estado. La idea original era evitar el pago de la tenencia en autos de lujo, pero después se extendió a cualquier vehículo nuevo. En la actualidad, en todas las agencias -sin importar marca ni modelo-, el representante ofrece como una atención más del servicio, el emplacamiento en otro Estado. Aunque en general, el refrendo sale más caro después se compensa con otros ahorros: trámite de alta, tenencia, reemplacamiento, controles vehiculares (verificación) y lo mejor, las multas.