Una reforma real en materia de justicia debería iniciar por la elección por voto popular de los titulares de las fiscalías. La General de la República y las estatales necesitan, con urgencia, una renovación de todo su personal técnico, es decir, fiscales y agentes del ministerio público. Ahí es donde está el verdadero problema de corrupción. La honestidad en la prevención e investigación de los delitos es fundamental.