Hace una semana asesinaron a Gisela Gaytán. Estaba empezando su campaña para ser presidenta municipal de Celaya y fue asesinada. La noticia fue una conmoción durante las horas posteriores, pero empieza a difuminarse entre el tráfico de la campaña y las tragedias que van amontonándose día a día. La violencia política se ha convertido en rutina de la temporada electoral. Los crímenes políticos no son, como nos dicen las voces del oficialismo, hechos aislados. Constituyen, por el contrario, una de las transformaciones más profundas de la vida política de México: la cancelación de la vida democrática en amplios espacios del territorio nacional.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.