El espacio de la opinión se convirtió, de pronto, en sesión de autoayuda. La tonada se repite por todos lados: hay que ser optimistas después de la elección reciente. Nada de derrotismo. Es necesario elevar la autoestima de las oposiciones. Que no haya desaliento, que nadie se desanime. Los porristas de la prensa y las redes sociales piden a la oposición que se vea en el espejo y que, ante su imagen, repita que es la verdadera esperanza, que no le fue tan mal, que las cosas pudieron haber sido peores, que el camino es insistir en el mismo camino. ¡Sí se puede! Había también que hacer las cuentas de tal manera que las sumas fueran alentadoras. Ganamos en la mitad de las elecciones donde competimos juntos, lo cual significa que hay un 50% de efectividad en la estrategia de la unión opositora. Con la magia de estos números, ¡estamos al tú por tú con el régimen! No les pareció relevante a estos aritméticos del siquitibum el registrar que en todas las elecciones donde se impuso, el oficialismo ganó con más de la mitad de los votos. La crítica se convirtió en porra. La oposición, dicen los porristas, va bien y lo único que debe hacer es persistir en el rumbo que se ha trazado.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.