El error lo cometimos muchos. Muchos pensaron que Trump era una aberración, un accidente que se apartaba a tal punto de la tradición que duraría muy poco. Su derrota hace cuatro años parecía confirmar esa ilusión. Cuando lo derrotó un político de centro, un hombre viejo y aburrido, parecía que las cosas se enderezaban. Estados Unidos regresaba a la normalidad después de la sacudida populista. Lo mismo podía pensarse de la victoria de López Obrador hace seis años. Podía decirse que su victoria era un castigo bien merecido a la política tradicional, pero que terminaría siendo, al final del día, un paréntesis en el camino democrático. En ese error caí.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.