El regreso
Guadalupe Loaeza EN REFORMA
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Siempre hay que tener presente lo imprevisible cuando se planean unas vacaciones, especialmente si se trata de un lugar lejano que se desconoce, incluyendo el idioma. Así nos sucedió a Enrique y a mí cuando emprendimos el viaje hacia el Este de Europa. Nada más atravesar la frontera entre Alemania y Polonia, en tren, nos dimos cuenta del contraste entre los dos países. Para Enrique el idioma alemán le era bastante familiar, sin embargo el polaco nos resultaba totalmente incomprensible. Es conocido que esta lengua eslava es muy compleja, tiene pocas vocales y muchas consonantes. El día en que llegamos a Varsovia, para nuestra sorpresa una ciudad cosmopolita, fuimos a cenar, gracias a Marek Keller, a la residencia del embajador de México en Polonia, Juan Sandoval, un diplomático de carrera, muy simpático pero sobre todo inteligente. Mientras disfrutábamos de un delicioso pescado, el embajador nos platicó de una campaña para promover en Polonia la gastronomía mexicana; "Sobo Taco", como se llama la campaña viene de la palabra "sobota", sábado.
Descubrió quién es gracias a la escritura y al periodismo. Ha publicado 43 libros. Se considera de izquierda aunque muchos la crean "niña bien". Cuando muera quiere que la vistan con un huipil y le pongan su medalla de la Legión de Honor; que la mitad de sus cenizas quede en el Sena y la otra mitad, en el cementerio de Jamiltepec, Oaxaca, donde descansan sus antepasados. Sus verdaderos afectos son su marido, sus hijos, sus nietos, sus amigos y sus lectores