OPINIÓN

El quedado

Denise Dresser EN REFORMA

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Pobre Marcelo Ebrard. Tantos años de planear, esperar, permanecer fiel. Tantos sexenios de traer puesto el anillo de compromiso, sin que se celebre la boda que Andrés Manuel López Obrador le prometió. Sexenios de ser la prometida permanente, sonriendo discretamente detrás del hombre al cual apoyó, al cual le creyó, a cuyo compromiso siempre le apostó. Hoy ve cómo la caminata hacia el altar se le complica y existe la posibilidad real de que su pareja elija a otra, ante los ojos de Dios y del pueblo. El día que se repartan las invitaciones oficiales a la ceremonia, quizás el hombre que ofreció llevarlo al altar haya cambiado de opinión. Quizás el nombre escrito en letras de oro, proclamando las nupcias no sea el suyo sino el de Claudia Sheinbaum. Y a Ebrard quizás no le quedará otra opción más que ser dama de compañía de la nueva emperatriz.