Su estreno el próximo domingo tiene un propósito claro. No es revocar, es provocar. No se ha echado a andar para lo que, en principio, podría servir: remover a un Presidente que ha perdido respaldo. Se activa la revocación para desafiar al árbitro, para desprestigiarlo, para mostrarle al país que el poder puede violar la ley impunemente. Y quien se atreva a notarlo es enemigo de la democracia.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.