No es casualidad que Morena no se presente como partido. Su nombre despliega con orgullo la eme de Movimiento negando la pe de partido. Es moda en muchas partes del mundo que los partidos escondan su naturaleza. Que se llamen foro, asamblea; que adopten un lema como nombre. Pero la aversión de Morena a ser plenamente partido va más allá de las consideraciones mercadológicas. En la pasta misma del lopezobradorismo hay una antipatía por esa política que se canaliza regularmente en procedimientos, que fija reglas firmes, que abre espacios de diálogo. Instrumento al servicio de un caudillo, ha subordinado a la lealtad los procedimientos, reglas y debates.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.