Históricamente los científicos han tenido que defender sus teorías, sobre todo cuando estas cambian el pensamiento tradicional. Algunos de ellos, como Nicolás Copérnico y Galileo Galilei, acabaron condenados por fanáticos que no pudieron aceptar que se cuestionara que la Tierra era el centro del universo. Desafortunadamente en el siglo XXI, contrario a lo que pudiera pensarse, el movimiento contra la ciencia ha tenido un crecimiento alarmante que puede poner en riesgo el avance tecnológico logrado con estudio e investigación.