OPINIÓN

Éramos como somos: insaciables, avariciosos y destructivos. Con la fuerza del número y la capacidad para contaminar

El mar y nosotros

Isabel Turrent EN REFORMA

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En alguno de los libros que el antropólogo Jared Diamond dedicó a las sociedades suicidas, se preguntaba qué habría pensado aquel habitante de la Isla de Pascua que derribó el último árbol que quedaba en pie y sepultó a esa sociedad que tenía las luces y la capacidad de esculpir las esculturas gigantes que nos sorprenden aún ahora. Probablemente, nada. O peor aún, justificó el último paso del desastre ecológico que consumó -como lo ha hecho Bolsonaro en Brasil al permitir la quema de la selva amazónica para abrir más tierras al cultivo o empresas mineras, o López Obrador con la construcción del Tren Maya-, como un avance en aras del "progreso".