OPINIÓN

El magnicidio (II)

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN REFORMA

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"... (Obregón) volteó la cara sonriente, con bastante amabilidad, a ver los dibujos. Entiendo que no llegó a ver ni el primero, porque yo, inmediatamente, me pasé el block de la mano derecha a la izquierda maquinalmente, sin darme cuenta, sin pensar en cada movimiento, y saqué la pistola y no me costó ningún trabajo encontrar el gatillo, no sé por qué, porque era lo que más temía, que pudiera atorárseme la pistola, que no pudiera encontrar el gatillo, en fin, el tiro en la recámara ya lo tenía desde el domingo en la mañana. Disparé el primer tiro a la cara, con objeto de que si fallaban los demás y no iban a algún órgano delicado del cuerpo, al tirar hacia él, porque no tenía yo ninguna práctica en eso, disparé a la cara y bajé la pistola, sin saber cuántos tiros se dispararon. Después, en la Inspección, supe que habían sido cinco al cuerpo y uno a la cara, por los casquillos que me enseñaron, ya vacíos, pero no supe que había sido ese número, porque yo, al bajar la pistola, fue el último movimiento que hice yo, podemos decir, con toda voluntad, es decir, dándome cuenta de ese movimiento. Ya del disparar simultáneo de la pistola, no doy cuenta, porque no sé si me bajaron los ojos, o vi nublado, pero desapareció todo de mi vista. No hice ningún impulso por escapar, como son testigos los que me aprehendieron, ni esperaba yo poder escapar de allí.